Recopilación: Dorys Rueda

Mi muñeca me mira y se sonroja
Tiene ojos azules color de cielo,
y una sonrisa dulce de caramelo
Cuando el muñeco pasa por las mañanas,
su corazón escapa por la ventana.
Sueña que un día no muy lejano será su esposa
he irá al altar acompañada de mariposas.
Las nubes tías van a tejerle un blanco velo
y para el lecho un cubrecama de hilos dorados.
Duerme pequeña, mientras tu sueñas
una carroza baja de cielo llena de rosas.
Sobre tí, un hada buena sopla sonriendo
y te convierte en una joven, como en un cuento.
¡¡¡Espera niña..... falta un detalle!!!
Ahora, tu joven príncipe vendrá a buscarte,
¡Y en su caballo blanco podrá llevarte!
Pobre gorrión
Pobre gorrión,
perdido en la tormenta,
¿Qué rumbo tomarás?
Si han quebrado tus alas,
humedeciendo la lluvia
tu plumaje.
Frágil, asustado,
incapaz de soportar
¡tanta miseria!...
Tú, rey de los espacios,
siempre aportando ideas,
regalando consejos,
implacable pero preciso…
El destino asestó sobre
tu pobre humanidad
la estocada final…
Pero, miraste el sol,
levantaste tu cuerpo,
elevándote orgulloso
para empezar de nuevo.
¡Otra ruta, otro destino!
Llorando, sí.
Pero vivo…
Infancia lejana
Infancia lejana de gnomos y cuentos
con apuestas príncipes y caballos blancos,
fastuosos castillos, jardines inmensos,
sueños de futuro entibiando el alma.
Ensayando rondas con las mariposas,
risas espontáneas, inventando juegos.
Allí la inocencia no tenia barreras,
impregnando el alma con bellos momentos.
Amor entregado con la manos llenas.
No existía egoísmo, ni se imponía trueque.
eran las caricias moneda corriente
borroneando nubes en cielos celestes.
Yo, tuve esa vida, y soné mañanas,
no pensé en el pago que cobran los años.
Hoy solo acaricio los bellos recuerdos
y vivo el presente con mis desengaños.
Los reyes magos
Alegría e inocencia
el corazón palpitante,
esperando en esta noche
colocar los zapatitos
y al despertar encontremos
dichosos el seis de enero
los regalos tan preciados
que los Reyes nos dejaron.
Hoy que el recuerdo ilumina
aquellos mágicos años
donde todo era alegría,
siento que añoro mi infancia.
El amor de aquellos padres
que me lo brindaron todo
con el marco fabuloso
del campo verde y sencillo
Noches cuajadas de estrellas
que mirábamos curiosos.
Aquel pino centenario
regalándonos su sombra
en los días de verano
y la estación con sus grandes
baldosones de cemento
que interrumpía su sueño,
¡tan solo con un tren diario!.
Cuantas veces ese tren
viajó con mis pensamientos,
poder crecer, irme lejos
realizar nuevos proyectos,
sin pensar todo lo hermoso
que estaba entonces viviendo.
¡Cuántas cosas han pasado!.
¡Cuántos cariños se fueron!
Papá se marchó primero
un día de junio muy frío
dejando el primer vacío
que conoció nuestra vida.
Después escapó el abuelo
pasita de muchos años,
dejando trunco su canto,
su bastón y su sombrero,
sin retornar a su tierra
en su pueblito del Veneto.
Hace poco aquellos brazos
que cobijaron mi infancia
decidieron ir de gira
a reunirse con el hombre
que adoró toda su vida.
Hoy pondré los zapatitos
muy gastados por los años
pidiéndoles el milagro
que me dejen regresar,
tan solo por un instante
al paisaje de mi infancia,
verlos a todos reunidos
disfrutar de sus sonrisas,
y me acaricie la brisa
para continuar viviendo.
Estas noche nuevamente
Melchor, Gaspar Baltasar,
me dejarán al pasar
aquel recuerdo lejano,
que mi memoria guardó
y que nunca lo olvidó................
Por hermoso y añorado
Para los mayores
Esa mañana lluviosa
desde la enorme ventana,
descubrí al bosque olvidado
de los años de mi infancia.
Aparecieron los duendes
chapoteando por las charcas
y junto a ellos una niña
vestida de madrugadas.
Flores en la cabellera,
en sus pies botitas blancas
y nubes de mariposas
escoltando su llegada.
Me saludaron los duendes
a pesar de la distancia.
Ellos me reconocieron,
la niña no dijo nada,
solo al mirarme a los ojos
nos mimetizamos ambas.
Fuimos presente y pasado
anochecer y alborada.
Extendí pronta las manos
como para acariciarla,
ella se abrazó a los duendes
cuando la lluvia arreciaba.
Sembré lágrimas con soles,
nacieron nuevas mañanas,
se enredó la primavera
florecida en rosas blancas.
Pero jamás el destino
volvió a tocar mi ventana.
El casamiento
Portada: Cortesía de la escritora.