Humberto Oña Villarreal y Ketty Ruales de Oña

 

Conocida era en todo el corregimiento, la muy grande devoción que por las ánimas benditas, tenía el caballero don Silvestre Florencia Barrientos, y toda su larga familia. Era semanal la misa que hacía celebrar en la iglesia de San Francisco por la pronta liberación de todas ellas. Un buen día cayó mi hombre en cama de muerte. Dos galenos, o sea todo el cuerpo de matasanos de la ciudad, llamados a junta, declararon, después de corta liberación, que el  caso era fatalmente perdido y que don Silvestre se enfriaría antes de dos horas.

La atribulada esposa de don Silvestre, hizo encender ocho ceras, ante el cuadro de las ánimas, que había en San Francisco, solicitando fervorosamente su intersección y ello fue que, contra el fatal diagnóstico de los galenos, y únicamente aplicándole al moribundo, cataplasmas de linaza sobre el pecho, y el sentenciado estuvo en pie, al tercer día, con asombro de todo el vecindario.

José del Valle, natural del Morro, era carpintero de oficio. Reunió cierto dinerito con el que adquirió una pequeña propiedad en su pueblo. Tenía una gran devoción por las almas benditas. No había misa que se celebrara en obsequio de ellas, a que él dejara de asistir, y cada sábado, hacía arder una vela en  sufragio de ellas. Se trasladó a Guayaquil y emprendió un negocio, pero las cosas no funcionaron y se dio cuenta que no iba a poder cumplir con su compromiso en el plazo estipulado. Y, su acreedor era de aquellos prestamistas que no aguantan pulgas. Desesperado, imploraba el pobre, el auxilio de las benditas almas. Este no se hizo esperar, pues, una noche soñó que dos ánimas, se acercaba a su lecho y le decía al oído:

“¡Andrés…Andrés… cava al pie del viejo tamarindo que hay en el patio y tus angustias cesarán…!”

El honrado artesano se puso manos a la obra; y, a poco de excavar la tierra, dio con un cántaro de barro lleno de onzas de oro, con lo que, no solo saldó su deuda sino que acrecentó notablemente su fortuna.

Las ánimas se presentaban en Guayaquil, regularmente, a las doce de la noche, en las plazoletas de las iglesias, y con mayor frecuencia, en la de San Francisco.

 

Leyendas, Tradiciones, Relatos, Anécdotas, Variedades del Ecuador, 2004.

 

Portada:http://www.alotroladodelarealidad.com/2016/03/la-santa-compana-hablan-los-testigos/

 

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  • homeLa autora Dorys Rueda, 13 de Febrero del 2013.
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