Leyendas y cuentos del cantón Junín

Fuente: Lucero Paredes
Recopilación  y Transcripción: Rubén Darío Montero Loor
 

Las leyendas antiguas de duendes y brujas voladores en el cantón Junín llenan un costal con bellos y tenebrosos relatos. En este trozo de suelo manaba existe una creencia que muchos osados llegaban hasta la casa del diablo para pactar con el señor de los infiernos, aquel cornudo cuya presencia emana olor a azufre; y, esta es una de aquellas leyendas.

Tiempo atrás, un grupo de hombres maduros, se adentraron hasta la misma casa del diablo en mulares; allí, donde se tejen historias y leyendas, y, conocedores de estas, quisieron aprovechar esa oportunidad. En este grupo osado, iba un señor que por culpa de su mala fortuna y suerte había perdido todo lo que poseía; y, él quería remediar en algo su vida, haciendo un pacto con el mismo señor de las tinieblas a cambio de su ya podrida alma. Él estaba acostumbrado a la buena vida y no soportaba la penuria y los días de miseria que estaba viviendo con su familia, quería a cambio de su alma, darles una mejor economía a su mujer y sus hijos. Estaba dispuesto a todo, era por eso que, junto a sus amigos, fue a la casa del diablo.

Sabían, según lo que les habían conversado, que la casa tenía siete cuartos y que en uno de ellos había una culebra de  oro y que esta es visible cuando cae la medianoche.

En aquella casa se hilan tantos relatos, que el más cauto de los hombres renunciaría a pasar una noche en ella; pero este grupo de hombres, avarientos al dinero y a la vida fácil, así lo hizo.

Cuando llegó la medianoche, andaban buscando de puerta en puerta tratando de encontrar la culebra. El reloj de bolsillo  y cuerda (leontina) que cargaba uno de ellos  marcaba la una de la madrugada, a partir de esa hora, comenzaron a ver visiones.

Veían hombres rojos con alas y cuerpos mutilados, se escuchaban lamentos  y gritos de terror.

En eso uno de los cuartos comenzó a arder en llamas, la casa bailaba de codo a codo; y,  en medio de la llama que salía del cuarto, se presentía la culebra de oro.

Fue en ese momento que los audaces hombres salieron en precipitada carrera del lugar, menos aquel a quien la suerte le era ingrata, quedándose en cuclillas junto a la puerta donde había divisado la culebra de oro.

Sus amigos, cuando estaban lejos de la casa del diablo, recién se habían dado cuenta que él se había quedado; nadie decía nada para regresar a verlo, de sus bocas no salían palabras. Viendo que se acerca el alba decidieron  retirarse cada uno a sus casas.

El día estaba instalado, el sol había salido, uno por uno llegaban al parque, donde era su costumbre reunirse, y así decidieron ir hasta la casa de su amigo para contarle a la mujer lo que había pasado. Al llamar a la puerta, vieron asombrados que quien la abrió era ni más ni menos que su querido amigo.

Preguntándole qué pasó, él les dijo que en aquel momento cerró los ojos y al poco rato cuando ya estaba oscuro y en calma se levantó, y al ver que sus amigos no estaban, salió de ahí, y se puso a caminar hasta que llegó a su casa.

Esa fue la historia que el amigo les contó. La verdad únicamente él la sabe.

Pero, a partir de ese día, vieron cómo su querido amigo la fortuna le envolvió a sonreír, al poco tiempo la esposa e hijos una vida de lujos se daban.

Y la gente murmuraba, ¿de dónde tanta plata sacaba?; es por eso que con el paso de los años con el diablo lo relacionaban.

Siempre rumbo a la casa del diablo por las noches se lo veía caminar, que hasta cuando estuvo viejo su rutina no cambió; pero, cuando la muerte le llegó, muchos curiosos llegaron a su velación.

Cuentan que ese día del mes de febrero todo el día llovió, que a los animales del cielo y de la tierra, a ninguno de ellos se lo sintió; al cadáver sus familiares lo colocaron en un panteón. Los deudos rezaban y al poco rato del cementerio se alejaban, salían asustados porque la tierra temblaba.

Los curiosos veían cómo un hombre montado en un caballo azabache, tapándose el rostro con una gran pava; al panteón se acercaba, que al mojar las gotas de agua su cuerpo, de los vellos de sus brazos humo salía, todos comentaban que era el mismo diablo que llegaba para llevarse a aquel ser en cuerpo y alma.

 

Cien leyendas y cuentos de la campiña manabita, Taller Gráfico, 2013

 

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  • homeLa autora Dorys Rueda, 13 de Febrero del 2013.
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