Quiero contarles algo que sucedió hace 38 años en la ciudad del Puyo, cuando vivía en el centro de la ciudad.
Esa noche estaba recostada en la cama junto a mis 2 pequeños hijos, esperando a que mi esposo llegara a casa. Cada cierto tiempo alzaba la cabeza y miraba en dirección a la puerta principal para ver si esta se abría, pero nada, todavía mi marido se demoraba y yo sin poder dormir. Habían dado las doce de la noche.
Pasaron unos minutos, cuando escuché el sonido ronco de una puerta que se abría. Por instinto, levanté la cabeza y de reojo pude ver la silueta de un hombre que se escondía entre la oscuridad. ¡Quedé horrorizada!, no era mi esposo quien había abierto la puerta principal de la casa. Me incorporé totalmente y logré verlo con claridad. Su rostro era de color rojo y estaba tan arrugado como una pasa. Sus manos eran grandes como las de un gorila y sus uñas largas como las de una garza.
El espectro se agarraba de la puerta y la rasguñaba con fuerza, como si quisiera destruirla. Un aire frío recorrió todo mi cuerpo y me paralicé por completo. La visión duró apenas unos segundos, aunque a mí me pareció una eternidad.
Cuando la silueta desapareció, me armé de valor, salí del cuarto y de la casa para pedir ayuda a los vecinos. Les conté lo sucedido, pero ellos me dijeron que debía tranquilizarme porque no vieron a nadie entrar a mi casa.
Todavía asustada, regresé con mis hijos y agradecí a Dios por darme una segunda oportunidad, porque nada malo me había ocurrido.
Informante oral
Francisca Shingón nació en la provincia de Cotopaxi, el 22 de febrero de 1964. Su esposo es Manuel De la Cruz, con el que tuvo cuatro hijos. Es comerciante y todavía vive en la ciudad del Puyo.