Informante: Manuela Ávila Castillo
Texto recogido por: Érika Fisher
Provincia del Azuay, junio 1995.
 
 
La casa que nosotros vivíamos allí era de la familia Córdova Malo, y linderaba con un puesto que era la casa de la... de la Carmela Ordóñez. Como se llevaba con papá tan bien, que ahì, en los dormitorios, dormíamos las mujeres. Y papá le pidió a la Carmen, como tenía la casa botada, que le arriende unos dormitorios. Entonces, le dice: Emilio, ¡qué te voy a arrendar la casa!, está a tu disposición... Y nosotros pasábamos de la casa que era el taller de papá, pasábamos por la huerta, a la casa donde nos dieron los cuartos, hasta que arreglen la construcción, esa vieja. Bueno, nos mandaban a la casa, allá.

Como yo era la más grandecita, nos íbamos a hacer los deberes. Cuando yo... serían la siete de la noche u ocho de la noche... así, yo le veo pasar a una señora. Una señora alta. No le vi la cara ¡no! Se le vio la espalda, tenía una falda café oscura y tenía un chal bordado. Y era ella rubia, alta se le veía. Y en el mano llevaba el llavero y, lógicamente, pasó por delente de nosotros. Yo le quedo viendo, sube las gras, se va y da la vuelta. Así, y entra en un... en un cuarto, o sea en la parte alta, casi al nivel de la parte baja que nosotros estábamos, entró la señora allí.

Viene mi mamá y le digo: mami, aqíì en esta casa ha vivido una señora. La cara no le vi. Le vi, que tenía una falda café oscura y tenía un chal color habano y brillaba. Era de colores y en una mano tenía llavero con hartas llaves. Subió, abrió la puerta, ha sabido vivir en ese cuarto.

Dice mami: ¿Vos le viste, mi hijita? -Le digo: -sí, mami, yo le vì. Pasó, subió y llegó al cuarto ese de allá. ¿Cómo se llamaba la señora? - le pregunto a mamá, y ella dice: -Mi hijita, no sé cómo se llame la señora que cuida la casa.

Viene la señora, la que cuidaba la casa (ha sido una señora que se llamaba Mercedes), y mamá me dice: -Mi hijita, cuéntale a la señora lo que anoche viste. -Le digo: -Señora Merceditas, yo le vi, yo le vi a una señora alta de cuerpo, pelo rubio, tenía falta café larga y tenía un chal tapado, y en la mano tenía las llaves. Subió y entró en este cuarto.

Me dice -Esa señora era la dueña de la casa. Le digo: ¿Y ella vive aquì?-. Se queda callada. -Sí, -dice- vivía aquí. Ha venido. No sé por qué habría venido, me dice-. Me ha dicho eso para que yo no me asuste.

Esa misma noche... (era unos cuartos enormes y las camas de nosotros, las mujeres, pusimos a un lado, y al otro lado la de mi hermano Juan y de mi hermano Rafael, las camas). Entonces, cuando yo oigo que mi hermano Juan dice: ¡ayayay! Yo me despierto, le prendo la luz y mi hermano estaba encima de la cama de mi abuelita Lola. Ella dice: -¿Qué pasó, mi hijito?- Dice él: -Una señora... una señora me cogió y me tiró a la cama.

Entonces, yo ya empecé a ... a sentirme un poco especial, pues ¿no? Le digo a mamá; yo, mami, no me voy. Anoche pasa la señora -Le digo- y después doña Miche dice que no vive aquí. ¿Qué es eso? -Le digo-que aquí vivía, pero ahora ya no vive, -le digo así- y ya me quedé yo con esa duda.

Bueno, otro día así mismo, me voy a la escuela. Se ha muerto nuestra profesora, una monjita, y nos mandan a poner el uniforme de parada para... para irnos al... al entierro. Entonces papá me dice: ...Tome, mi hija, las llaves, entre y cámbiese y deje así mismo cerrando las puertas. Cuando en eso, que yo me cambiaba el uniforme, yo solita en esa casota gigantesca, me cambiaba el uniforme, cuando veo que abrían las ventanas y todo ese cuarto, a donde entró la señora. El cuarto era... un... que abrían. Digo: -han entrado los ladrones-. No tuve miedo, sino cerré despacito la puerta y me voy donde papá y le digo: -papá, los ladrones están en el cuarto que entró la señora de ropa café-. Entonces viene papá corriendo, va. Todo está en paz. Las puertas cerradas, todo.

Desde ese día yo comencé a sentir miedo pues ¿no?, porque lógicamente yo le vi y había sido la señora, la dueña de casa que ya había sido muerta. Entonces, la señora que cuidaba la casa le ha dicho a mamá: -no le diga nada a la niña porque ha sido susceptible a estas cosas. Sabe que la señora pena mucho -dice- desde que se murió y se le ve, y es auténtico, pero que la guagua le ha visto. Tenía la falda café, el chal, todo exactamente. Es la señora.

Mi mamá conversó con la señora que cuidaba la casa y le ha dicho: -Es que lo que pasa es que la señora fue una señora de mucho dinero, de muchas joyas, de todo, y el tesoro de ella prácticamente escondió y nadie de la familia supo dónde guardó la fortuna la señora, pero resulta que, como yo he venido a cuidar la casa, también yo le veo a la señora. Ella sube, baja y todo lo demás, pero lo único que yo no le he visto es a dónde entra, pero ahora que la... (como yo era pequeña todavía), ahora que la niña Manuela ha visto, ahora ya sé adónde está el tesoro de ella.

La... esta doña ;Mercedes ha ido al... o sea que ha buscado en todo... y ha visto una alacena allí, y dice que, de curiosa... vio qué era... tenía con papel, pues tapado esa alacena, como  ventana, ¿no?, allí.

Dice que se le ocurrió meter un cuchillo en ese... en ese papel viejo, y trató de desprender el papel viejo. Al desprender el papel viejo se encontraron una fortuna, la fortuna, porque había estado guardada atrás de esa alacena toda la fortuna que dejó la señora. Y encontraron la fortuna, o sea que la hija, la Camita Ordóñez, ella encontró la fortuna de su madre, a través de que yo le veía adónde la mamá... adónde la mamá entraba. En ese cuarto sacaron la fortuna.

 Laura Hidalgo A., Mariangula y otros aparecidos,  Eskeletra, 2007.

Portada:
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  • homeLa autora Dorys Rueda, 13 de Febrero del 2013.
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