VIDA
Espera...
No te vayas aún
quédate sereno
por un fugaz momento
escucha cómo mi voz
se descuelga allá a lo lejos,
cómo la luz se filtra
entre los escondrijos
amorosos de mis cuentos.
Tu cálida fragancia
a panela y membrillo
existe viva donde escondo
el embriagante
hechizo de tus ojos,
guarda entre los pliegues
de tu asombro este amor
que tu libas sorbo a sorbo
por manojos.
Espera
no te vayas sin mi arrullo
entrega el fruto
maduro de tu vida
en el surco profundo
de mi rito;
busca este celeste delirio
zafando los botones
de mi blusa
dejando insólito
mi falda por el piso.
Hoy en ti,
estruendo encabritado
olor de bosque,
voces de tambores
suspiros de epílogo;
hoy en mí,
deseo de almendras
fatiga, gemido,
jazmines, ¡tumulto!
No te vayas aún,
amor espera,
antes de seguir
repasa con tu ritmo
tu arribo en mis caderas
y en mis hombros;
dibuja, imprime en ti
el inventario interminable
de mi cuerpo
entre tus letras
y tus himnos.
Ha llegado el crepúsculo
y es hora de amar,
relee tus códigos
en este tu refugio,
recorre
tu camino en mi camino;
que tus palmas
se adhieran a mi espalda,
que tus dedos
se pierdan en mi vientre.
No te vayas aún, traza
en el claroscuro
de la gente
el saber que eres
mi ayer y mi presente,
el saber que abrimos
a escondidas nuestro baúl
de misterios y creyentes.
Abre la puerta
de mi sangre,
besa mi seno adolescente,
llena de orquídeas
y arrebatos
cada punto de mi mundo;
antójate ser agua
que ingresa
entre mis piernas
sonrojando mi ventana y
su dintel profundo.
Topa el fondo de la fuente
cúbreme de sol y bálsamo
de incienso
de canela y menta,
alborota tu pelo
desubica mi mente,
que tus brazos me estrujen
que tu ropa no se aje;
bordea mi perfil
con tu perfil de alondra,
desnuda
la quietud de mi alma
con el vaivén maravilloso
de tu sombra.
Y arriba junto a mí
en este irresistible exilio
que te grita:
¡vida!
Vida, espero
que el tiempo te sepa
a tu verdad segura.
Quédate en ti,
quédate en mí,
Me embriaga de gozo
tu sabor de seda,
la quimera primitiva
que tú anhelas convertida
en eterna
barca que navega
sobre el agua serena,
en sabia que fluya
con rumor de espera.
No te vayas amor
no te vayas ¡nunca!
que tu humedad y mi piel
cruzaron el alféizar
y han acordado
entre ellas...
continuar para siempre
su existencia.
MaryCé Almeida (Quito, 1947)
Maestra y escritora, nace en Quito pero pasa su niñez y juventud en la ciudad de Otavalo, en la casa de sus tíos. Con ellos aprende a querer a Otavalo, tierra que considera su verdadera cuna, a la que siempre regresa pues le permite saborear lo mágico de su paisaje y de sus historias.
Ha publicado 6 poemarios y 5 cuentos para niños.
Ha ganado varios premios en poesía: Poetas Noveles Latinoamericanos, Argentina, 1996; Mención de Honor Palma de Oro de Perú, 1999; Premio Exaltación a Bolívar, 2004,Sociedad Bolivariana del Ecuador.