SITIO EMBLEMÁTICO DE OTAVALO

LA PISCINA "EL NEPTUNO"

 

 

 

 

 Ramiro Velasco

 

 En nuestro espíritu anidábamos un sano orgullo porque nos habían dicho que nuestra piscina “El Neptuno” era la segunda mejor piscina del Ecuador, después de la piscina olímpica de Guayaquil. Ese orgullo nos duró muchos años y en verdad que nuestra alberca era muy bonita y muy servicial. Mucha admiración me causaba el cuartito pequeño que tenía el rótulo de “Toilette” que estaba matizado de vidrios rojos, verdes, azules que daban a su interior un ambiente entre mágico y misterioso. Allí vendían los boletos para el uso de los cuartos de baño con agua caliente que se calentaba con leña desde el segundo piso de la estructura.

El valor del servicio por persona era de un sucre y tenía la duración de 20 minutos que controlaba el Antoñito que era la persona que fungía de bañero y cuyas funciones eran de barrer y limpiar los cuartos de baño una vez que terminaba el uso del cliente. Igual era quien golpeaba la puerta para pedir que terminaran con el uso del baño, porque ya había concluido el tiempo destinado para el mismo. Nunca le vi que tuviera reloj alguno y la medida del tiempo era hecha a buen ojo.

Si entraban al mismo tiempo dos personas a ducharse, el tiempo solamente se reducía a media hora porque decía que mientras el uno se jabona el otro ya se enjuaga. Él era el encargado de cantar el número del boleto que tenía derecho al uso del baño y, mientras tanto, las personas permanecían sentadas en las cómodas bancas de madera que eran la réplica de las del parque Bolívar. Allí era entonces donde la gente se actualizaba de las noticias de ese antiguo Otavalo. Allí era dónde acudíamos a desnudar nuestros cuerpos para el baño respectivo, pero también allí era donde nos desnudaban los comentarios.

En la parte superior de la instalación había una pista de patinaje que constituyó por varios años el escenario para el baile de gala de la coronación de la Reina del Yamor.

En sí la piscina era semi-olímpica llena con una agua fría, fría, fría y a la que el profesor de Educación Física del colegio Otavalo nos llevaba especialmente los días que llovía o estaban totalmente encapotados. Contaba con dos trampolines a los que conocíamos como “la tabla” ubicada a una altura de tres metros sobre el agua y “el Neptuno” a una altura de más de seis metros, desde donde se aventuraban los expertos en hacer sus saltos ornamentales. En el segundo piso del lugar había una balaustrada donde reposaba un macetero y desde el cual los más valientes y arriesgados hacían su salto hasta las heladas aguas lo que provocaba la admiración de los jóvenes y las ilusiones de las muchachas.

 

 

LEYENDA OTAVALEÑA

EL ESPÍRITU ATORMENTADO

Fuente oral:  Ángel Rueda Encalada

Recopilación: Dorys Rueda

Otavalo, 1990

 

 

Se contaba que en la piscina “El Neptuno” rondaba una presencia oscura en los vestuarios de la alberca. Unos decían que mientras se cambiaban, se escuchaba que alguien nadaba en la piscina, cuando no había ni un solo bañista en sus aguas.  Otros, en cambio, juraban haber sentido una presencia gélida y ominosa observándoles, mientras se cambiaban. Otros decían  que sentían  un frío intenso, antes de ver cómo  unas sombras se deslizaban por las paredes. 

Un trágico accidente había ocurrido hace algunos años atrás, en el tiempo en que “El Neptuno” estaba aún en pleno apogeo y la gente de Otavalo, en las noches, acudía a una pista que estaba en la parte superior de la alberca para bailar y pasar un momento de diversión.  Sucedió precisamente en una de esas noches, en honor a la Reina del Yamor. La velada prometía ser una celebración inolvidable. Los lugareños, entre risas y conversaciones animadas, bailaban, mientras las  copas tintineaban en brindis de amistad y alegría. Cada sorbo era un signo de camaradería y diversión compartida. En este ambiente de festejo, un joven nadador, conocido por su imprudencia y sus excesos con el alcohol,  se lanzó a la piscina para impresionar a sus amigos y a su  enamorada.  Su osadía le llevó a la perdición, porque no pudo salir de esas aguas frías. Cuando sus amigos le sacaron, él había fallecido ahogado.  

Desde entonces su espíritu atormentado deambulaba por los vestidores de la piscina, buscando compañía en su soledad eterna, asustando de muerte a los nadadores más  vulnerables por sus excesos con el licor.  La gente decía: "¡Qué pena!, no es un espíritu  malo que haga daño a las personas. Es un espíritu bueno, solo está atrapado  entre el mundo de los vivos y el reino de los muertos.

 

 
Informante 
 
Ángel Rueda Encalada (Otavalo: 1923-2015)
 
 
Fue un autodidacta que impulsó la modernización de la ciudad de Otavalo y logró cambios enormes para su ciudad, como la automatización de los teléfonos, la construcción del Banco de Fomento, la llegada del Banco del Pichincha, la edificación del Mercado 24 de Mayo, la construcción de la Cámara de Comercio, la reparación del templo El Jordán y la reconstrucción del Hospital San Luis. Por décadas, fue benefactor de las escuelas Gabriela Mistral y José Martí. Fue fundador de varias instituciones de la ciudad, de donde desplegó su actividad a favor de la comunidad. Fue presidente de la Sociedad de Trabajadores México y del Club de Tiro, Caza y Pesca. Formó la Cámara de Comercio, trabajó para ella y fue su presidente vitalicio.
 
(M. Esparza, presidente de la Cámara de Comercio de Otavalo, comunicación personal, julio 12, 2015)

 

 
 
 
 

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  • homeLa autora Dorys Rueda, 13 de Febrero del 2013.
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  • mapOtavalo, Ecuador, 1961.

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